Los puentes festivos y la irregularidad de la meteorología en nuestros calendarios no hacen más que avivar el creciente deseo de escapar de la rutina. A esto se suman los acontecimientos internacionales y las tensiones económicas y políticas, que refuerzan esa necesidad. Según el sociólogo y etnólogo Jean-Didier Urbain, la urgencia por viajar está motivada por múltiples factores. Vivimos en una sociedad altamente urbanizada, donde una gran parte de la población reside en grandes ciudades, lo que genera una necesidad mecánica de huir del día a día urbano.
En Francia, un tercio de los habitantes vive en ciudades con más de 200.000 personas, una realidad que se refleja también en otras naciones europeas, incluida España. Según el Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos de Francia (INSEE), los trabajadores en áreas urbanas, especialmente en grandes metrópolis como París, son los que más sienten esta necesidad, en contraste con quienes viven en zonas rurales. Y es que escapar no solo significa un cambio de escenario, sino también una oportunidad para romper con la monotonía, apropiarse de un espacio-tiempo propio, ya sea en casa, en una segunda residencia o en el extranjero.
El deseo de viajar ha evolucionado, influido por acontecimientos globales como los atentados del 11 de septiembre de 2001, la Guerra de Iraq y, más recientemente, la pandemia de Covid-19. Hoy en día, la gente opta por destinos más cercanos y seguros. Urbain señala que lo "exterior" ya no se refiere únicamente a lugares exóticos, sino a cualquier espacio-tiempo que permita desconectar de las turbulencias actuales. Esta tendencia ha fomentado una "renacionalización" del turismo, con una creciente preferencia por los viajes dentro de Francia y Europa.
Los franceses, al igual que muchos europeos, ahora eligen hacer viajes más significativos cada dos o tres años, debido a restricciones presupuestarias, en lugar de planificar escapadas anuales a destinos más lejanos. Francia sigue siendo el principal destino turístico del mundo, y sus propios residentes están redescubriéndola, lo que ha impulsado el turismo interno. Este nuevo comportamiento, inicialmente observado en grandes ciudades, se ha ido extendiendo a ciudades medianas. Los residentes, tanto en Francia como en otros países europeos, están redescubriendo sus propios entornos desde nuevas perspectivas, demostrando que el deseo de desconectar y explorar no desaparece, aunque cambien los destinos y las formas de viajar.
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